Textos de acceso libre
Consideraciones acerca del aislamiento
Lic. Marta Retik
Buenos Aires, 7 de abril de 2020
En mi larga trayectoria como profesional de la salud, he trabajado en instituciones escolares y otros ámbitos nacionales y privados, sin haber vivido una situación así hasta ahora.
El aislamiento social que ha provocado la cuarentena obligatoria trae, ahora y en el futuro, consecuencias que son consideradas traumáticas, como pérdida de empleo, enfermedad o muerte, accidentes de todo tipo, guerras y todo aquello que irrumpe en nuestras vidas en forma abrupta e inesperada.
En cuanto al aislamiento en sí, es necesario para protegernos de nuestro enemigo invisible: el virus. Este encierro físico y emocional hace que los distintos actores sociales, los que viven solos, en pareja o con hijos, que están distanciados de sus amigos, parientes, compañeros de trabajo y vecinos, sufran una crisis que a la vez puede ser una oportunidad para estar con ellos mismos, con aquellos con los que cohabitan y realizando tareas que antes ocupaban con su actividad cotidiana (estudiar, trabajar, etc.). Esta es una ocasión para recrear actividades que creíamos en desuso como juegos clásicos de mesa, búsqueda del tesoro, gimnasia en familia, lectura, además de las posibilidades virtuales.
Con el correr de los días en casa se despiertan sentimientos como angustia, ansiedad, temor a no ser la misma persona que era antes o a salir por miedo al contagio y sentir que estamos en un sueño, cuando en realidad vivimos una pandemia nunca vista en los últimos 100 años.
Hay personas que no toleran el encierro y lo abandonan caminando o corriendo por un parque o en auto hacia otros sitios considerados más seguros o confortables, negando que de esta forma puedan esparcir el virus a distintos lugares. Esto también opera en la gente que ha viajado a otros países aún sabiendo que el virus estaba activo en esos destinos. Lo mismo sucede con personas que intentan movilizarse a pesar de la prohibición o se juntan en espacios comunes para eventos sociales, demostrando una negación de la realidad que los rodea.
Este virus demostró ser democrático ya que no respeta edad, género, clase social, religión o raza. El ser humano, en general, no siente que debe ser solidario y empático con otros miembros de la sociedad, perjudicándose de esta forma a sí mismo y a los demás.
Después que esta pandemia, que no puede ni siquiera asemejarse a las guerras mundiales, concluya, un alto porcentaje de la población que sobreviva sufrirá un estrés postraumático de grado leve, moderado o grave, según sus padecimientos, que constituirá un hito en su vida, separando un antes y un después. Ello se verá reflejado a partir de los tres meses de concluida la cuarentena, en alguna de las siguientes consecuencias:
- Irritabilidad, nerviosismo y excesiva ansiedad
- Trastornos en el sueño
- Pérdida de interés por varias actividades
- Evitación de situaciones que se asemejen a las vivencias durante el aislamiento
- Temor a la repetición del hecho traumático
- Estados de alerta o hipervigilancia
- Dificultades para retomar su vida habitual
- Limitaciones para concentrarse en diversas tareas intelectuales, físicas, etc.
- Sensaciones corporales como sudoración, ahogos, náuseas, palpitaciones, etc.
Podrá también haber otras consecuencias que deriven de la cultura de origen, la religión y la ubicación geográfica.
La mejor manera de transitar esta pandemia es respetar todas las indicaciones que surgen de las autoridades sanitarias, ser creativo durante el aislamiento, rescatar recursos internos, tales como ideas positivas y renovadoras, todo ello apuntado a promover la salud mental.
Coautora del curso a distancia:
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