Prov. de Buenos Aires, 1 de junio de 2020.

"Accesible, próximo e intacto permaneció -en medio de las pérdidas- el lenguaje (...)
Pero debió entonces pasar por su propia falta de respuestas, por un mutismo terrible..."
Paul Celan: “Discurso de Bremen”[1]

Como un golpe de escritura, intento poner en palabras cuestiones que vamos bordeando una y otra vez con esta pandemia que nos atraviesa la vida. Lejos de buscar un determinismo específico, unicausal y cerrado, pienso sobre posibles y distintas aristas que se juegan en la multiplicidad actual de la denominada COVID-19.

En lo colectivo, el virus conlleva un desdibujamiento de la realidad cotidiana que nos confronta a nuevos tiempos y espacios. Muchas de las ficciones que hasta ahora nos ilusionaban con cierta orden, medida y regularidad, se trastocaron. Lo que nos era impensado vivir hace unos meses, hoy se nos hace carne propia. Una pandemia podía leerse en libros de historia o en esas películas americanas que hoy son trending topic en Netflix. En ellos, hay algún héroe, figura del ideal social sacrificial que hoy en día se podría identificar al equipo médico bajo los aplausos de reconocimiento a las 21 horas. Un colega médico, lejos de identificarse con esto decía "no quiero reconocimiento, tengo miedo, necesito insumos y quiero un salario acorde".

Aquello que pensamos sucedía en la lejana China, hoy está presente en la mirada sospechosa hacia el otro: todos podemos ser agentes de sospecha, el vecino que sale de su casa, el cuerpo del otro que se nos torna sospechoso, inclusive nuestro propio cuerpo se nos puede tornar siniestro: en lo familiar, lo extraño se puede presentificar. ¿Cómo convivir con esto Otro? La arquitectura que se indica para todos es ‘cuerpos a distancia’.

Un repliegue hacia el adentro de los hogares, los ha vuelto exponencialmente lugares públicos: trabajar desde el hogar es un caso de esto. Escucho a una paciente angustiada a la cual se le yuxtapone su trabajo telefónico con la maternidad y las tareas escolares de su hija dentro de su vivienda. Si bien ya esta posmodernidad conlleva la cuestión de los individuos sumidos en múltiples funciones, donde se desdibujan las fronteras de lo público y lo privado, esta actualidad ha multiplicado a la enésima potencia los discursos que nos atraviesan al unísono.

En otros espacios, el "quedate en tu casa" implica encerrarse en un hacinamiento de muchas personas en una habitación, lo cual es un eslogan que se torna imposible.

Otro movimiento actual que se puede leer es un fortalecimiento del repliegue de lo privado sobre sí para que no pueda operar un marco de lo público, como casos de abuso sexual infantil o de violencias.

El tiempo también conlleva un trastrocamiento, una urgencia por dar resolución y hallar el sentido de lo actual. Pese a estar en un ‘tiempo uno’, donde estamos en una ‘transmisión en vivo constante’, ya se comienzan a producir disputas por el relato para dar un saber. Aclaro, producir cierto saber es necesario, es importante sostener un marco de referencia, un discurso de los cuidados, no entrar en pánico. El riesgo es la pretensión de dar un sentido único, acabado y presuroso a este asunto, como si esto fuese un programa posible para ser dictado por pequeños amos.

Desde el discurso analítico podemos estar advertidos de descompletar un poco estos discursos gurúes y hallar particularidades en los medio-decires puestos en juego. El tiempo subjetivo irá a contrapelo de la cuestión vinculada a la noción de tiempo cronológico, lineal, de desarrollo; solo habrá posibilidad de hacer historia desde lo que acontece con posterioridad, punto que resignificará un momento anterior. Al ‘tiempo uno’ de lo actual le hará falta un segundo momento para darle un rumbo a esto, indispensable que se produzca dicho movimiento retroactivo, dialéctico. Y esto no es sin el trabajo para dejarnos interpelar por aquello que nos atraviesa, menuda tarea se nos encomienda.

Ante lo escrito, nuestra función como analistas, al menos en esta actualidad, pienso que se tratará de buscar las formas para hacernos presentes, impulsar aquellas condiciones de vida dignas para cada quien. Ayudar a que, ante las tensiones y fracturas en los lazos actuales, puedan construirse puentes. Nuestra brújula será acompañar a construir relatos, a la espera del hablante en el cual se sitúen las palabras en su decir frente. Ofertar desde nuestro discurso, como uno de los modos de lazo posible, espacios de escucha creativos y por medios tecnológicos que hasta ahora muchos pensábamos excepcionales y que, al menos hoy, son condición para hallar alguna regulación posible ante lo actual. Ya habrá tiempo para pensar algunas particularidades del encuadre actual para que un análisis se pueda desplegar (o no). Y esto será a leer caso por caso. Una colega y amiga psiquiatra con agudeza -y algo de optimismo- me decía "el deseo no se toma cuarentena", recojo esto como una apuesta a la escucha activa como practicante del psicoanálisis. Debemos abstenernos de anular lo que no cesa de no escribirse, más bien propiciar condiciones para que esto sea causa, motor para que algo pueda ser dicho en algún intervalo que se produzca.

Advirtamos que hay que continuar con la escucha atenta a las intersignificancias en lo colectivo: en lo mundial, lo nacional, lo barrial, los vínculos familiares y los efectos singulares que surjan como respuesta al denominado "Covid-19". Todos estos planos conllevan una trama que se está urdiendo, espacios vacíos que nos confrontan a inventarnos algo con lo que no hay, aguardando a que un tiempo dos advenga, decante. Y esto, reitero, no es sin trabajo.

Momento de concluir provisoriamente este escrito, a la espera de poder retomarlo en otros tiempos. ¿Qué nuevas formas de lazos serán posibles de pactar en este nuevo panorama? Pienso tal vez que, más que una conclusión, intento dar apertura a las resonancias.

Referencia

1. Paul Celan: "Discurso pronunciado al recibir el Premio de Literatura de la ciudad de Bremen", en Nombres. Revista de Filosofía, Número 3 (1993), Publicación del Área de Filosofía del Centro de Investigaciones «María Saleme Burnichon» de la Facultad de Filosofía y Humanidades, Universidad Nacional de Córdoba, p. 117, disponible en https://revistas.unc.edu.ar/index.php/NOMBRES/issue/view/92, publicado el 29-06-2012, verificado el 02-06-2020.

Acerca del autor:

Lic. Joaquín R. Tey
Licenciado en Psicología (UBA).
Psicoanalista.
Responsable del Dispositivo de Entrada de Salud Mental del Hospital Zonal General de Agudos General Manuel Belgrano, San Martín, Provincia de Buenos Aires.
Psicólogo en Institución Fátima y en la Clínica de Rehabilitación Ulme.

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