Polémicas - El psicoanálisis hoy
¿Muerte del psicoanálisis?
Ruben Leva
Descartes "demuestra" la existencia de Dios dando origen de este modo y al mismo tiempo al sujeto y el objeto de la ciencia contemporánea. Ella, vía Einstein (entre otros), le devuelve la gentileza: "Dios no juega a los dados", decía el sabio del átomo. Es que un dios timbero desordenaría el universo razón por la cual, como diría Pascal, no podemos ahorrarnos "la apuesta" de su existencia. El cogito pone fin a la duda pasando a la certeza de la existencia de Dios mediante el ejercicio de la razón. El yo arriba así a su consistencia y parte, optimista, a la conquista de lo real armado de los instrumentos científicos por antonomasia: objetividad y verificación.
A diferencia de Descartes, Lacan señala que el Otro no garantiza la verdad porque es la estructura misma del significante la que le pone límites. Ella, la verdad, no es sin la mentira. Es como el viajero que yendo a Cracovia dice la verdad pretendiendo hacer creer a su interlocutor que viaja a Lemberg. Se puede mentir diciendo la verdad. Es lo que el Tero no puede hacer y por eso no pueden sacarse conclusiones que expliquen la "conducta" humana con ratoncitos de laboratorio. Si hubiera un ratón de laboratorio apto para la investigación en psicoanálisis sería aquel del chiste que comentaba jocosamente con su compañero el modo en que había logrado adiestrar a su experimentador, ya que había conseguido que éste le entregara un trozo de queso cada vez que recorría el laberinto.
El psicoanálisis encuentra su lugar en la brecha que deja la ciencia.
Brecha que ella jamás podrá colmar, se trata de su impotencia para explicar el enigma de la vida humana. En psicoanálisis se trata de otro saber, el que se despliega en el campo de la singularidad subjetiva. Es tarea del análisis particular el despejarla y en ella nunca, por una cuestión estructural, las neurociencias podrán sustituírlo. |