Textos de acceso libre
Pacientes con enfermedades orgánicas
Lic. Eugenia Fridman
Freud, en su artículo de 1920, "Más allá del principio de placer", nos dice: "los procesos anímicos inconscientes son en sí «atemporales» (…) [no están ordenados] temporalmente, (…) el tiempo no altera nada en ellos. (…) [La] representación abstracta del tiempo (…) [está] tomada del modo del trabajo del sistema P-Cc, y [corresponde] a una autopercepción de éste."[1]
La primera mención que leemos de este concepto en Freud es de 1895, en la "Etiología de la histeria", en la que dice: "No olviden que las vivencias antiguas de los histéricos exteriorizan su efecto en una ocasión actual como recuerdos inconcientes".[2]
Si bien el inconsciente en sí mismo no cambia, lo que cambia es la relación del sujeto con las marcas del inconsciente, es decir, el síntoma y su malestar habla, los sueños son atemporales, los lapsus y actos fallidos irrumpen en todo sujeto en cierto tiempo y lugar, sin previo aviso, sorprendiendo al yo a través de la palabra o en el acto y lo que nos enseña es que el inconsciente requiere ser escuchado por alguien que sepa leer el texto del discurso del sujeto que habla.
Hemos de saber que no todos los elementos reprimidos pueden llegar a nuestra consciencia y estos nos estarán acompañando a lo largo de toda nuestra vida.
Freud ha llegado a esta formulación solamente a través de la clínica psicoanalítica, que es la que nos lo demuestra, día a día, en los relatos de los pacientes.
En el ello -instancia psíquica como el yo y el superyó-, no se encuentra nada que corresponda a la representación del tiempo. No existe ningún reconocimiento de un decurso temporal, ni alteración del proceso anímico por el transcurso del tiempo. El ello tampoco conoce valoraciones ni del bien ni del mal, ni de moral alguna.[3]
En las entrevistas preliminares, nos servimos de la reunión de datos.
La instancia yoica es la que nos proporciona el vínculo entre el discurso histórico de los acontecimientos del sujeto y el tiempo lógico y cronológico de los mismos.
El tiempo lógico tiene su estructura y no es objetivo.
A través de la lectura que, al respecto, hace el Dr. Lacan, nos enseña a distinguir tres momentos:
- instante de la mirada
- tiempo para comprender
- momento de concluir.
Esta tesis nos está enseñando que esta construcción tendrá consecuencias en la cura.
En la clínica psicoanalítica, lo que nos interesa del paciente es atrapar el modo en que esos acontecimientos se encuentran en la memoria del presente, sobre todo, la modalidad con que el sujeto nos lo comunica, como se expresa, es decir, la síntesis del pasado histórico del sujeto articulada en términos de apertura y cierre del inconsciente.
En algunos pacientes afectados por enfermedades crónicas como el cáncer, leemos la angustia anticipatoria frente a las consecuencias que podrían afectar los tratamientos de quimioterapia.
El concepto anticipación designa el modo en que el futuro afecta al presente, siendo expresado en el tiempo verbal futuro perfecto.
En la melancolía, por el contrario, el presente está yendo al pasado; es un sentimiento de detención del tiempo en el cual hay un afecto que también está detenido en el tiempo -retroacción o regresión- y la vivencia que ha estado en el pasado es vivida en el presente.[4]
Citaré algunos ejemplos en la clínica hospitalaria.
No son pocos los relatos de sujetos que padecen enfermedades crónicas que afectan la biología del cuerpo, especialmente el cáncer -aun en estadios diferentes- la pregunta junto a una casi afirmación, gira alrededor de estas frases:
"Me enferme cuando… porque en ese momento… y eso me afectó… entonces se me bajaron las defensas"
"cuando eso sucedió yo estaba…"
"hasta ese momento, siempre fui sana"
"mi médico no lo vio"
Estos fragmentos son del orden de una certeza, en relación a la culpabilidad dirigida a alguien, articulada con el tiempo en que la enfermedad se ha gestado y cuando esta se ha manifestado, designando la responsabilidad del mal hacia un otro. Todo este entretejido no es sin angustia, pues el sentido común nos indica que lo que vendrá no será mejor sino que lo más probable es que será catastrófico.
No son pocos los pacientes cuya fantasía sobre la probabilidad de enfermarse, ha estado mucho antes –función de la espera angustiada-, que tiene que ver con el principio de realidad, en el cual el futuro no será mejor y cuando se transmite la noticia de la aparición de la enfermedad esta palabra -que hasta un tiempo atrás ha estado en la fantasía- se muestra concreta en la realidad, es la confirmación de que la finitud es el próximo estadio.
Las intervenciones terapéuticas en la clínica son de carácter temporal, son dichas en un tiempo y dentro de un contexto en el cual han de producir cierto efecto.
Se trata de encontrar una relación simbólica entre lo patológico que habita en el cuerpo y su vivenciar subjetivo, sin descuidar el relato de su historia para poder hacer algo con lo reprimido, lo silenciosamente doloroso y hacerlo hablar en todo lo posible.
Para finalizar, comentaré una asociación libre en la que se incluye un lapsus interesante, que es válido sólo en la lengua hebrea de una paciente que ese día finalizaba una de las series de quimioterapia y estaba animada a festejarlo:
X: "Tengo hambre…"
Yo: ¿Qué le apetece comer"?
X: "Ravioles de langostinos…"
Langostinos en hebreo se puede decir de dos maneras: "shrimps" y también "sartán"; y sartán, en hebreo, es CÁNCER.
Ella no eligió la palabra "shrimps" sino "sartán".
Notas
- Sigmund Freud: "Más allá del principio de placer" (1920), en Obras completas, Volumen XVIII, Amorrortu Editores, Buenos Aires, 1989, p. 28.
- Sigmund Freud: "La Etiología de la Histeria" (1896), en Obras completas, Volumen III, Amorrortu Editores, Buenos Aires, 1989, p. 216.
- Josef Breuer y Sigmund Freud: "Estudios sobre la histeria. II. Historiales clínicos. 1. Señorita Anna O." (1897), en Obras completas, Volumen II, Amorrortu Editores, Buenos Aires, 1987, p. 69.
- Jacques Alain Miller: La erótica del tiempo y otros textos, Editorial Tres Haches, Buenos Aires, 2003, p. 33.
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