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La vida por delante
Dr. José Cukier

Perspectiva temporal

Desde la perspectiva temporal, la tercera edad es el lugar de integración del saber y la constitución de la historia; el instante de síntesis del pasado con un proyecto que va dejando de ser tal, por obra de un pensamiento fundado en la historia., pero generando nuevos acordes a la etapa vital. El yo registra e intenta armonizar la idea  de lo probable con el sentimiento  de posibilidad, incorpora la vivencia, lo fortuito. Esto genera sorpresa con relación al acontecimiento pasado.

A cada instante éste pasado sufre reorganizaciones que dan por terminadas las ideas de verdad. La reorganización consiguiente se manifiesta como una revelación, un dato nuevo que asegura, o no, una más acabada significación.

La toma de conciencia posterior exige una reelaboración que conduce a una puesta al día.

Así visto, en la tercera edad se constituye, paradojalmente una actualización

progresiva e incierta.

El aparato psíquico se despliega y vive en el espacio a través del ritmo temporal generado por los encuentros. El paso del tiempo es marcado por las pequeñas ausencias,

separaciones, pérdidas y duelos que dan vida a la interioridad.

El errar aprendiendo y aceptando el paso del tiempo; ligando y vertebrando el transitar y la ausencia, forma parte de la aventura de la vida.

La mudanza de la incertidumbre a la verdad y su inversa, se constituyen sobre los ejes de la

relación placer /displacer, incertidumbre /verdad apoyados en el tiempo que les va dando materialización.

Recordemos la "Carta a Romain Rolland...Freud, (1936a); "[...] Una se comportó como si [...] seviera obligada a creer en algo cuya realidad le parecía incierta [...] y ahora ya no le asombrará a usted que  el recuerdo de la vivencia en la Acrópolis me frecuentara desde que anciano yo mismo [...]", p. 214, 221, (my italics).

Por la vía del recuerdo, el texto habla de la relación de Freud con la duda. Esta se debe a la incertidumbre que su  realidad cultural le posibilitaba. Luego, cuando viaja, a Grecia la experiencia le permite verificar aquello que la cultura enseña y asi reducir la eventualidad.

Lo que antes era proyecto, pensamiento, es legalizado por el envejecimiento que le permite la verificación a través de la experiencia.

Luego, viejo, ya no puede viajar y certificar lo que la cultura enseña.

La perspectiva de su vinculación con las fuentes pulsionales.

Otro de los caminos a trabajar en la metapsicología del envejecimiento, se relaciona con las transformaciones en el ello, que es el sustrato mismo de lo que sucede en el psiquismo. El sujeto es regido por el destino de su libido, y el envejecer afecta la aptitud para usufructuar su traducción psíquica. La modificación pulsional está ligada a cambios en las fuentes, Freud, (1915c), unida a cambios químicos, que junto con las tramitaciones orgánicas y de vínculo con el medio van dejando marcas.

Hay dos tipos de cambio en las fuentes pulsionales:

Causas preparadas filogenéticamente
I.a. Causas de la especie. Freud, (1905d) sostiene (refiriéndose a los factores temporales) que "[...] la génesis de ésta propiedad humana habría que buscarla en la historia primordial de la especie [...]", y agrega que "[...] La secuencia en que son activadas las diversas mociones pulsionales [...] parece filogenéticamente establecidas [...] Ni siquiera podemos indicar la procedencia de esas complicaciones temporales de los procesos de desarrollo [...]", p. 241. La pulsión genital deja de tener hegemonía. Suele sufrir una caída que no afecta la posibilidad de crear, ésta se mantiene y aún puede ser convocada. Otras pueden tomar importancia (por ejemplo la ambición).

I.b. Factores hereditarios. En estos factores tiene influencia la herencia familiar (no de la especie). En cuanto a la herencia cultural, o "razón de la humanidad", Freud, (1918b), queda el interrogante si en ésta no participa la eficacia del instinto, es decir de una predeterminación congénita.

II Causas vinculadas con el contexto
Para éstas causas a citaremos una defensa escasamente desarrollada por Freud.

Nos referimos a la defensa inmunitaria. Alude a la misma en las "Conferencias.... (1916- 17, conf.24), y dice que "[...] por su propiedad de influir sobre todos los sistemas de órgano y todas las funciones, las neurosis actuales testimonian una inequívoca semejanza con los estados patógenos generados por la influencia crónica de materias tóxicas extrañas y por el brusco retiro de ellas [...]", p. 353, (my italics).

Con el correr de los años ("influencia y brusco retiro"), se intensifica una falencia de lo que actualmente llamamos sistema inmunitario. Defectos en éste para destruir fragmentos tóxicos generados por el propio organismo. Refiriéndose a la enfermedad de Basedow, Freud señala que en ésta, la acción es debida a materias tóxicas, pero no a unas toxinas que se introducirían en el cuerpo como agentes extraños, sino que son engendrados por su propio metabolismo.

Freud sostiene que en la enfermedad de Basedow, a diferencia de las neurosis actuales, hay exceso de toxinas químicas no sexuales. Posiblemente éstas, estarían ligadas a los trastornos inmunitarios y de autoconservación.

En "Más allá del principio del placer", (1920g), sostiene que tenemos que aceptar que todo lo viviente, muere por fundamentos internos. Los productos del propio metabolismo poseen éste efecto conducente a la muerte y el organismo sucumbe por muerte natural. Esta es producida por insuficiente alejamiento de los poductos de su propio metabolismo.

En el artículo "Sobre psicoterapia", (1905a [1904]), dice que las personas que se acercan a la cincuentena, o la sobrepasan suelen carecer de la plasticidad de los procesos anímicos. No están en condiciones de "ser educados" y por otra parte también, porque el material que debería reelaborarse, prolongaría indefinidamente el tratamiento. Este concepto es el que se conoce como perelaboración, que implica un cambio de significación, y no sólo movilización de cargas.

 Pero éste concepto que podríamos llamar de acumulación de material que confiere poca plasticidad, como si se esclerosara, o de viscosidad libidinal, permite entender que es envejecer

Envejecer se vincula con la acumulación de material en la línea de marcas erógenas difíciles de procesar, particularmente de cicatrices originadas en heridas narcisistas.

La viscosidad de la libido (1905d, p.221-2; 1915f, p.259; 1916-17, p.310; 1918b, p.105;; 1937c, p.243; 1926d. p.149-50; 1930a, p.105.; 1940a, p.182;) designa un carácter pegajoso, pastoso, adhesivo (Haftbarkeit), con capacidad de fijación  (Fahhigkeit zu fixierung), inerte (Tragkeit). Freud, (1920g), sostiene que la pérdida del amor y el fracaso dejan como secuela una cicatriz narcisista, que es el más poderoso aporte al frecuentemente "sentimiento de inferioridad".

Las pulsiones de autoconservación, imponen el camino de ir obedeciendo de una manera particular, a la tendencia al retorno a lo inorgánico. El camino de este retorno, es el camino de lo tóxico, por la imperfecta eliminación de las sustancias nocivas que se acentúa con el tiempo. De todas maneras, éstas discusiones sobre los mecanismos de envejecimiento, son los conceptos actualmente disponibles pero no darían aún "explicación" cierta sobre el envejecimiento.

El envejecimiento desde la perspectiva tópica.

La libido despliega un movimiento signado por la creación de agregados de  complejización creciente que Thanatos desorganiza. Lo singular de una fase del desarrollo no es solo la investidura de una zona, sino también el despliegue de una organización mental.

La estructuración del psiquismo tiene, clásicamente, su colofón en la genitalidad.

Culminaría con la carga pulsional de la función genital y la elección de objetos nonarcisistas.

Quiere la teoría clásica que más allá de ésta organización pulsional no exista otra que ofrezca apoyatura en un salto progresivo.

La vida psíquica se construye con una progresiva apertura hacia los otros. Para alteridad así descubierta, se continúa más allá de la genitalidad con el intercambio de palabras que van anudando relaciones distintas.

Así como la estructuración mental se apuntala en relación con el cuerpo y sus funciones, las representaciones mentales creadas y catectizadas en el curso de la mentalización, con capacidad de dar apoyatura y producir efectos específicos, es por lo menos concebible. Sustenta la posibilidad de una fase más allá de la genital, ¿la postgenital?, que deviene con el envejecimiento; Paul Laurent Assoun, (1983), p. 172. Se le preguntó a Sófocles si la edad le permitía aún disfrutar de los placeres del amor, y Sófocles respondió, "[...] has de saber que todos los días hallo nuevos encantos en la conversación a medida que los placeres del cuerpo disminuyen y me abandonan [...]". (diálogos entre Céfalo y  Sócrates. Platón, República l).

Sin embargo, ocasionalmente, de manera coincidente, excluyente o alternativa, se produce con el paso del tiempo una fragmentación de la erogeneidad global del  cuerpo.

Algunas zonas se hacen más erógenas que otras hasta adquirir una primacía parcial por sobre el resto, por ejemplo la prevalencia oral puede anular otras  satisfacciones libidinales posibles.

En la carta del 16 de Diciembre de 1917 a Fliess, Freud que tenía 61 años y nueve meses, le dice; "[...] de hecho no hay nada extraño en que un hombre de mi edad note la inevitable decadencia gradual de mi persona [...] trabajo espléndidamente todo el día [...] y apenas puedo controlar mi apetito, pero ya no gozo del sueño como solía [...]", (my italics). (Schur. op.cit. p.469). La caída progresiva de la pulsión genital que reagrupaba las pulsiones parciales, determina que éstas recobren su autonomía apuntaladas por la pulsión de autoconservación y una parte del narcisismo. Presenciamos una verdadera desunión de las pulsiones y por tal

motivo es que la exitación somática -no sexual- es pasible de hipertrofiarse, Freud, (1895b, 1910c). El psiquismo luego de cierto umbral va a encontrarse desbordado y en estado de insuficiencia relativa. En la mujer cerca de la menopausia, Freud, (1937c) el "[...] domeñamiento de la pulsiones [...] fracasa y se llega a refuerzos pulsionales en virtud de influjos colaterales recíprocos de las pulsiones. El resultado es que se evidencia "[...] el poder incontrastable del factor cuantitativo [...]", p. 229. En el "Esquema..., Freud, (1940a), sostiene que "[...] este proceso no siempre se consuma de manera impecable [...] han preexistido

fijaciones de la libido a estados de fases más tempranas, cuya aspiración independiente de la meta sexual normal, es designada  perversión [...]", p. 153.

Estamos en el capítulo de las perversiones seniles.

La tarea de la libido es volver inocua la pulsión destructora y la desempeña  desviándola hacia afuera, "[...]. Recibe entonces el nombre de pulsión de destrucción, pulsión de apoderamiento, voluntad de poder [...]", Freud, (1924c), p. 169. Ninguna otra técnica de conducción de la vida liga al individuo tanto a la realidad como la insistencia en el trabajo, Freud, (1911c, 1930a).

Cuando el contexto social va impidiendo la tramitación de la violencia mediante la inserción laboral, y éste no deviene de una forma genuina de tramitación pulsional, la imposibilidad de ligar la pulsión deviene en degradación y retorno al sadomasoquismo intrasomático.

Este es un determinante capital en el envejecimiento. "[...] Si se me consiente alguna imprecisión, puede decirse que la pulsión de muerte actuante en el interior del organismo -el sadismo primordial- es idéntica al masoquismo [...]", Freud, (1924c), p. 170. Cuando el sadomasoquismo es intracorporal surgen los diferentes caminos del enfermar originados en la menor ligadura posible de la pulsión de muerte. La mayor o menor capacidad para el procesamiento de la pulsión, se vincula con los distintos elementos que participan en el envejecer personal (filogenia, familia, herencia y factores individuales). Dentro de los últimos interesa la forma de tramitar los traumas, Freud, (1892), "[...] Los traumas psíquicos [...] desempeñan un gran papel en el desarrollo de la afección [...]", p. 174.

Thanatos, como fuerza que se suma a Eros se va diferenciando. La agresividad, diferente de la destructividad porque incluye la idea de cercanía y comunicación, da paso a la destructividad, que es antisocial y no presta fuerza. La incipiente defusión que se va instalando acaba por hacerse completa, pulsiones de vida y muerte se separan.

El fin se preanuncia con una suerte de "agonía libidinal", M. Dacher y M. Weinstein, (1979).

Ciertamente que la observación corriente de la economía psíquica subraya una retracción libidinal de los objetos, con pérdida de interés por el mundo y movilización sobre el Yo y el cuerpo. Pero cabría plantearse si tal agotamiento no es solo aparente. Es decir, no es que se trata de una cantidad estática que nos es dada, sino un producto renovable en los redes de intercambios (apegos) que plantea la vida. La posibilidad de intercambios tiene una vulnerabilidad dependiente de las series complementarias de cada quién y de las servidumbres

del yo. Es tentador y explicativo sustentar que el debilitamiento psíquico sigue el camino de lo somático. Pierde la capacidad de sistema abierto y reduce sus intercambios, se cierra y se destruye en un autoconsumo de recursos internos; a partir de éste momento necesariamente agotables, Freud, (1916-17, 1920g).

Pero si pensamos que somos escencialmente deseantes y anhelantes, Freud, (1910c), la reducción de los intercambios no es de orden económico sino de sentido.

Entonces la decadencia de los intercambios en el envejecimiento no es una necesidad; en todo caso la estructura subyacente va a regir la forma del esquema de intercambio con los objetos. La única necesidad es la de la muerte.

En definitiva, el envejecimiento es el trayecto en el que se da la mutación de las identificaciones. En el que se fusionan la leyenda, la ilusión, la magia y la lógica con hitos de olvidos y recuerdos. Camino que con el tiempo lleva de la duda, la angustia y lo inesperado a la certeza y la prudencia. Camino en el que se va diluyendo el emprendimiento pero no el desear. Camino de duelo por los objetos y el cuerpo, por el narcisismo envuelto de su omnipotencia infantil.

Del duelo que esperamos que otros hagan cuando la muerte venga a clausurar el destino. Es una prueba irrefutable de realidad para todo sujeto. Es un trabajo que se realiza sobre un objeto, ni interno ni externo, entre lo subjetivo y lo social, ¿transicional? (próximo a él pero sin movilidad, maleabilidad, ni capacidad de desaparecer del psiquismo sin huella).

Carga libidinal que se elabora, perelabora y progresa, y a medida que se acerca al término ese objeto del envejecer se reduce y se arruga. Luego de soportar la vida.

Devenir de itinerario azaroso con presencias y ausencias, entre el narcisismo y la alteridad, el placer y el dolor, el mundo de la vigilia y el mundo del dormir y el soñar.

Epopeya dolorosa y fascinante.

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