Textos de acceso libre
El psicoanálisis en China
Experiencia de una psicoanalista de la Asociación Psicoanalítica Argentina en China
Entrevista a Teresa Yuan realizada por Andrés Rascovsky
Publicada en la Revista de Psicoanálisis, Volumen LVI, Número 2, páginas 427 – 455 (1999).
Texto publicado en la Comunidad Virtual Russell con la amable autorización de la Comisión de Publicaciones de la Asociación Psicoanalítica Argentina y de Teresa Yuan
Andrés Rascovsky: Hoy, 3 de noviembre de 1998, y dentro de las diversas actividades que la Comisión de Publicaciones de la Asociación Psicoanalítica Argentina realiza para su publicación en la Revista de Psicoanálisis, tengo la oportunidad de entrevistar a Teresa Yuan, quien es una de las introductoras del psicoanálisis en China. Este proceso tan particular –la posibilidad de exportar desde Argentina un desarrollo propio de Occidente hacia latitudes tan distantes de nuestro pensar y de nuestra práctica – constituye un hecho muy notable y es una gran ocasión para destacar las actividades de uno de los miembros de nuestra institución.
Por otro lado, esto tiene enormes implicancias, para nosotros, occidentales, abre un mundo de interrogantes. Muchos de ellos tienen que ver con que, a pesar de la globalización y de los medios de comunicación, desconocemos profundamente el origen, el desarrollo y la forma de pensar de la cultura china.
Los psicoanalistas sabemos el contraste que hay en el desarrollo entre las distintas culturas, en el hecho mismo del lenguaje y en la singularidad de las palabras que cada idioma tiene. Sabemos que muchas formulaciones en un idioma, por ejemplo en alemán, son de difícil traducción a otros, de hecho tenemos diversas traducciones en castellano de los textos de Freud. Pero esto no afecta solamente a las traducciones del psicoanálisis, sino al desarrollo de ciertos términos culturales para poder comprender la particularidad de ciertas formulaciones psicoanalíticas y su relación con una cultura local o con una cultura tan vasta, extensa y extraordinaria como la china.
Es notable que en la era de la globalización mantengamos aún tanta ignorancia, esto es una forma de inconciencia respecto del mundo oriental y de China en particular. La globalización es sólo occidentalización.
China realizó los grandes descubrimientos de la humanidad mucho tiempo antes que Occidente. En este sentido es interesante el libro de Robert Temple. El papel se inventó en el siglo II a.C., es decir 1300 años antes de que lo hiciera Occidente. Los pesticidas biológicos, 1500 años atrás; la imprenta móvil, en el año 1045, es decir cuatro siglos antes que Gutenberg. La circulación de la sangre, 1800 años antes Harvey, y la pólvora, 300 años antes. Son tantos los descubrimientos que es imposible citarlos. Recuerdo también que los tallarines, tan saboreados por los italianos, los importó Marco Polo de China. El timón, la brújula, el sistema decinal, la carretilla.
La incomunicación y el desconocimiento se mantienen aún, y a ello ha aportado el capitalismo occidental y el sistema comunista chino.
Este contraste entre las culturas y el hecho mismo de que el psicoanálisis sea un desarrollo occidental nos brinda, como decíamos, muchos interrogantes y se constituye también en un desafío para nuestra disciplina. El campo científico que defendemos debería poder dar cuenta de la constitución del psiquismo en Oriente.
En fin, quiero darle la palabra a Teresa para que nos relate sencillamente cómo surge desde su propia historia y desde las posibilidades que ha tenido la introducción del psicoanálisis en esta población del futuro del psicoanálisis, y la extensión posible dentro del pensamiento, dentro de la cultura china, del psicoanálisis en Oriente.
Teresa Yuan: Esta afortunada y fascinante posibilidad surge, desde mi historia, del encuentro, hacia el final de la Segunda Guerra Mundial, de dos extranjeros inmigrantes provenientes de Medio y Lejano Oriente. Mis queridos padres.
Sabemos que Argentina posee la riqueza de haber acuñado en su seno un crisol de razas, que la mayoría de sus habitantes descendemos de las corrientes inmigratorias que la poblaron y configuraron como una sociedad caracterizada por rasgos pluriculturales. Soy descendiente en línea paterna de las primeras migraciones chinas a Argentina y en línea materna, sirio-libanesa.
Casi todos los descendientes de inmigrantes sentimos en cierto momento de nuestra vida alguna resonancia del deseo de búsqueda de nuestros orígenes. Aunque creo que este sentir es universal, está en el hombre más allá de la condición de ser o no descendiente de inmigrantes. Es la necesidad de reconocerse en una historia, tener una genealogía, una filiación.
La Embajada China en Argentina, a la cual estuvo ligado mi padre desde su llegada al país, luego de la ocupación japonesa, fue el ámbito cultural donde crecí; allí pasé mi infancia y mi adolescencia.
Nuestra relación con la Embajada se interrumpió a partir del establecimiento de relaciones diplomáticas por parte de Estados Unidos y Argentina con el Gobierno de la República Popular China en el año ´74, ya que los que nos nucleábamos en el ámbito de la representación anterior, es decir la de China Nacionalista, no fuimos muy considerados por los nuevos diplomáticos que entonces aún tenían la rigidez del régimen. Aproximadamente en los años ´80, después de finalizada la Revolución Cultural, el ambiente fue tornándose gradualmente más propicio y los nuevos representantes diplomáticos comenzaron a acercarse más a la comunidad china y, por ende, a favorecer nuestro acercamiento nuevamente. El cambio de la economía de mercado influyó en la apertura de China al resto del mundo.
Mis intereses culturales, entre los cuales siempre había estado latente el deseo de conocer China, se activaron intensamente. A pesar del paso de los años volví a sentir la Embajada como un lugar familiar, desde el recuerdo retornaban vivencias de la infancia y la adolescencia, cuando con otros jóvenes chinos recitábamos poemas, bailábamos danzas y representábamos ceremonias tradicionales.
Gracias a la ayuda y el entusiasmo compartido con diplomáticos del área cultural –hoy valorados amigos personales- concreté la primera visita en el año ´95. Ellos, al tomar conocimiento de mi historia y de mi desarrollo profesional, me contactaron con la Asociación Nacional de Medicina China. Aquel viaje estuvo auspiciado por el Departamento de Ciencia y Cultura del Ministerio de Relaciones Exteriores, el que también se entusiasmó ante la perspectiva del contacto de una psicoanalista argentina con China. Fue un viaje muy bello, pleno de experiencias y reencuentros, que se extendió más allá de mis sueños y fantasías. Te relataré un breve acontecimiento, una significativa experiencia que viví durante esa primera estadía en Beijing, evocativa de mi identidad y pertenencias culturales.
Al estar patrocinadas las actividades de aquel viaje por la Chancillería Argentina, tuve que presentarme ante las autoridades de la Embajada Argentina en Beijing. Fui recibida con gran deferencia, calidez y también con mucha curiosidad, pues era la primera vez que una psicoanalista argentina descendiente de chinos era auspiciada por el Gobierno Argentino. Ellos debían estar presentes en todas las actividades científicas como representantes oficiales, pero les pedí me permitieran tener un contacto no tan formal con los colegas chinos. Gentilmente, entendieron y aceptaron mi pedido.
Transcurrían los primeros días del mes de julio de 1995 en el Instituto de Investigaciones en Medicina China, cuando recibo una llamada del Secretario de la Embajada Argentina para transmitirme una invitación del Embajador y su señora con motivo de la celebración de nuestra fecha patria del 9 de julio. Asistí al festejo que se realizó con un asado en la residencia. Ese 9 de julio, durante mi primera visita a China, canté nuestro Himno Nacional en la Embajada Argentina, en la tierra de mis ancestros chinos. Siempre que me preguntan cómo comencé mis actividades en China, retorna en mí con emoción este simbólico recuerdo.
La primera conferencia y acercamiento a los profesionales chinos del área de Salud Mental fue en la Beijing Medical University, en el Instituto de Psiquiatría Infantil. Allí comenzaron mis aventuras en China. Muy grande fue mi sorpresa cuando finalizada la primera disertación, sorpresivamente, me presentaron una pacientita a la que habían invitado para que la entrevistase.
Andrés Rascovsky: ¿Qué edad tenía la pacientita?
Teresa Yuan: Luo tenía 11 años.
Andrés Rascovsky: ¿Ella hablaba chino? ¿Vos hablabas en chino?
Teresa Yuan: Yo hablaba en español y en inglés, tenía intérpretes; pero en ese momento, frente a Luo descubrí que podía entenderla, pues en la musicalidad de la lengua china algunos vocablos retornaban desde mi infancia. El olvido comenzó a ser fecundo por aquellas palabras que, reconocía, emergían acompañadas por excitantes sentimientos y emociones
Andrés Rascovsky: ¿Vos lograbas entender a esta chica?
Teresa Yuan: Sí, la entendía más allá de las palabras. No poseo fluidez en el idioma chino, pero entiendo bastante y suelo utilizar cada vez más palabras de esa lengua, en la medida que avanzo en mi aprendizaje tras los sucesivos viajes.
Luo era una niña de 11 años que padecía una severa neurosis obsesiva. Allí, ante la sorpresa del encuentro, me pregunté: "¿Qué hago ahora?". Porque aquello no estaba previsto, no estaba en mis planes. Yo iba a dar conferencias, a hablar sobre salud mental, psiquiatría, psicoterapia y psicoanálisis –conceptos generales-, pero cuando me encontré frente a Luo, me sentí muy conmovida.
Los colegas habían citado a la niña con sus padres, quienes esperaban expectantes, dispuestos y contentos por haber sido elegidos para ser entrevistados por una doctora extranjera. Fueron momentos muy especiales para todos los que allí nos encontrábamos.
En primer lugar entrevisté a los padres de la niña, mientras ella aguardaba impaciente fuera del salón. El matrimonio, de aproximadamente 35 años, colaboró en la anamnesis y el relato de los acontecimientos que ellos suponían precipitantes de los síntomas de su hija, me sorprendió la gran disposición de la pareja.
Luego entrevisté a Luo, con quien también establecimos una cálida relación de colaboración. Después de pedirle que me contara qué le sucedía, le pregunté si le gustaría hacer un dibujo –una familia-, e inmediatamente se abocó a ello. Su producción fue muy interesante. Al finalizar estas entrevistas, empezamos la discusión del caso. A partir del dibujo, comencé a nombrar y enseñarles algunos fundamentos para la comprensión del niño desde el punto de vista psicoanalítico. La gran mayoría de los colegas mostraban una gran curiosidad, interés y, por sobre todo, la necesidad de adquirir nuevos conocimientos. Se sorprendían frente a la riqueza del simbolismo del dibujo y la posibilidad de interpretar y entender el mundo interno de Luo a través de éste.
Así comenzó el desafío de esta experiencia, y tanto mi entusiasmo como el de ellos se incrementó. Desde aquel momento, en el que descubrí que entendía su sentir y su pensar en profundidad, supe internamente que volvería a estar con ellos para enseñarles y compartir mis conocimientos. Creo que ellos también lo sintieron, y comencé con alegría a viajar frecuentemente. Fui invitada por la Beijing Medical University y el Beijing And Ding Hospital, un hospital psiquiátrico de gran prestigio en China. Luego se sumaron invitaciones de universidades de otras provincias, como la Hubei Medical University en Wu Han, en el centro de China a orillas del Yantze Chiang, u otras que aún no he visitado.
El interés en el psicoanálisis se ha incrementado notablemente desde 1995, lo podemos observar en la asistencia al seminario sobre Los Fundamentos del Psicoanálisis, que dicto desde entonces y en el que participan profesionales de distintas instituciones de Beijing, así como colegas invitados provenientes de ciudades muy distantes, el interior de Mongolia, Harbin (cerca de la frontera siberiana), Shanghai, Xi´an y Cheng Du, entre otras. Decía que es notorio el interés reflejado en el esfuerzo que realizan para acercarse al seminario en Beijing, ya que algunos de estos sitios se hallan a más de dos días de tren y no todos pueden llegar en avión. Realmente me emociona mucho conversar con ellos acerca de sus vidas en los lejanos lugares que habitan.
Andrés Rascovsky: Bueno, seguramente son muchísimas las cosas que nos podés contar, y de mucho interés, pero siempre a una entrevista hay que ir acortándola. Entonces, creo que sería muy interesante si logramos reflexionar un poco acerca de lo que dijiste sobre el pensamiento chino o las líneas de desarrollo del pensamiento chino; por ejemplo su religión, si es que existe en este momento, o una cierta tradición, digamos ideológico-filosófico-religiosa. Así podríamos ver en qué forma influye, pues pensamos que hay una relación importante entre la religión judeocristiana y ciertos modelos del pensamiento de Freud. Me pregunto si la mirada de Freud sobre el pensamiento de las religiones orientales se basa en la hipótesis de que provienen de una concepción anterior a la instauración del patriarcado. El desarrolla una visión sobre la raigambre mística y las connotaciones de filofenómenos regresivos.
Freud identificó alguna de estas religiones hindúes, que se extendían hacia la China, y su misticismo como resultado de la oscura autopercepción, del ello, consecuencia de una inmersión regresiva. A veces pareciera que vislumbra connotaciones más regresivas de su pensamiento. Claro que esto es muy específico asociado a las prácticas religiosas, yo me refería a cómo es el pensamiento chino. ¿Cómo se introduce la noción, por ejemplo, de deseo? –tan central para nuestra teorización-, y ¿cómo pueden captar la noción de inconsciente? Decíamos que el pensamiento chino ha sido tan vasto que seguramente se han adelantado, de alguna manera, a muchos de nuestros descubrimientos. Tu tarea debe ser la difícil delimitación, evitando que tu pensamiento sea capturado por algunas de estas nociones preexistentes, para hacer analogías, diferencias y similitudes y organizar una cierta concepción con elementos que ya forman parte del pensar chino.
Teresa Yuan: Tus reflexiones hacen referencia a una pregunta central y fundamental que está en relación con la transmisión en general, pero que se juega en esta situación particular del psicoanálisis en China. En mi opinión, cuando alguien transmite, la transmisión se halla inscripta en su historia, en un itinerario interior que ha realizado y le permite que transmita aquello que le fue transmitido, es una ética.
Creo que en la medida en que depongo mis resistencias occidentales y dejo fluir libremente los aspectos de mi identidad que me comprometen con la cultura china, se produce una captura momentánea que permite producir algo nuevo. Es así que se nos facilita tanto a ellos captar como a mi enseñar las nociones sobre el inconsciente y el deseo, desde una posición de autonomía dentro de ese marco cultural.
De otro modo sería una traspolación que no permitiría en realidad hacer una auténtica transmisión y facilitar la asimilación del conocimiento de nuestra ciencia dentro de la ancestral cultura china. Las analogías, similitudes y diferencias que los colegas establecen son realmente emocionantes, muestran la capacidad y el talento de algunos de ellos y contribuyen a mi enriquecimiento, es un intercambio constante.
En el último seminario estábamos estableciendo las diferencias del mecanismo que caracteriza a la clasificación nosológica freudiana de neurosis, perversión y psicosis.
Al explicar lo que acontecía en el yo como efecto de la Verwerfung –alucinaciones, delirios, etc.- un colega relató lo siguiente: "Una persona budista aquejada de profundos dolores psíquicos frente al mundo, oraba, repitiendo un sutra frent a Buda. De pronto se sintió transportado al lugar de Buda y comenzó a tener bellísimas visiones del mundo, en donde todas las cosas se habían transformado. Doctora Yuan, ¿podríamos pensar esta situación como un proceso de alineación en el Otro y una alucinación producto del Repudio?". El profesor Yang estaba estableciendo una interesante analogía enmarcada en su contexto cultural, a partir de la cual se suscitó una fecunda discusión.
Son muy tentadoras tus reflexiones acerca de la mirada de Freud con respecto a las religiones y la cultura, y sabemos de su profundo interés en sacar a la luz las etapas preliminares de la formación de la religión y su contemporaneidad con los comienzos del lenguaje articulado. Sabemos que estos orígenes se podrían rastrear y relacionar con formaciones religioso-filosóficas de Oriente, reflejadas en antiguas escrituras como el sánscrito, que desde la India ingresaron en China.
El tema de la escritura china es también una fascinante travesía hacia los orígenes, cuyos contenidos se hallan en los mitos y las leyendas populares.
Para hablar del pensamiento chino, voy a pedir prestadas algunas reflexiones a los poetas y los filósofos. Los poetas y los estudiosos chinos han evaluado la reflexión que los chinos tienen, desde su sentido común, desde su realismo y desde su sentido de la poesía y el humor. Estos elementos son centrales en el pensamiento chino. Este pueblo tiene una firme comprensión de las limitaciones de nuestra existencia, tal vez por esto el amor a la vida, a la longevidad, se entreteje con un gran sentido de la dignidad humana.
Andrés Rascovsky: A veces se ha señalado que Occidente ha desarrollado una cultura con un énfasis puesto en la culpa, mientras que Oriente se centra en la dignidad. No sé si esto es así.
Teresa Yuan: Es cierto, a veces determinados sentimientos de culpa se expresan como vergüenza. Algunos autores que han visitado China escribieron sobre ese tema, decían que los chinos no tienen culpa, que tienen vergüenza.
Yo diría que tienen culpa y vergüenza, y que en muchas ocasiones el sentimiento de culpa queda regresivamente enmascarado por la vergüenza, en relación con lo que vos señalabas de la dignidad. Esto se liga profundamente a los ideales. Hay ciertos actos que los avergüenzan, y si uno no omprende estos valores –valores sociales ligados a los ideales sociales-, no puede acercarse y profundizar. Nos damos cuenta de que la culpa existe en todo ser humano y es desde la dimensión edípica constitutiva del sujeto que podemos retroactivamente significar ese sentimiento ligado a la mismidad.
Andrés Rascovsky: Sería interesante hacer una delimitación entre lo que sería culpa, que aparece con un contenido más persecutorio, interno, y la vergüenza, que parecería estar ligada a una connotación más narcisista, a la dignidad o a la mismidad, al sí mismo.
Me pregunto si tiene algo que ver con el tipo de estructura patriarcal, si la familia es similar a la familia occidental en el sentido del lugar del patriarcado y la función padre...
Teresa Yuan: Sí, el lugar del padre es un lugar muy importante, muy fuerte, es respetado y valorada profundamente su función, está ligada a la dignidad. En la entrevista a un joven adolescente de 15 años, fue muy costoso que éste pudiera expresar el intenso sufrimiento que le ocasionaba reconocer a su padre enfermo de alcoholismo, se sentía indigno por tener un padre enfermo.
En la familia actual, en la agitada sociedad moderna, el rol de la mujer ha cambiado mucho, ha tomado un gran peso, como en Occidente. Las patologías de los enfermos que entrevistamos están ligadas a una madre muy fuerte, a una intensa dependencia respecto de ella, y a un padre cuya función podemos ver debilitada, a pesar de que culturalmente la figura paterna sigue las pautas del patriarcado. Cuando comentamos las presentaciones clínicas con los colegas, vamos notando y remarcando esta cuestión. Ellos se van dando cuenta de cómo la ligazón con la madre y con madres muy fuertes y dominantes son productoras de patología.
Andrés Rascovsky: La madre está más a cargo de la educación, de la infancia, que acá, donde el padre está cada vez más presente. ¿En la cultura tradicional china es la madre la única responsable de la crianza?
Teresa Yuan: En la estructura familiar actual, la madre no es la única responsable de la crianza de los niños, esta actividad es totalmente compartida. De hecho, cuando citamos a los papás de los niños para hacer entrevistas, jamás deja de asistir el padre. El padre está siempre presente y comparte la crianza y educación de sus los hijos. En este momento, con la apertura, los cambios y avances, la mujer china está más libre pero también mucho más alejada del hogar, ya que en todos los estamentos tiene posiciones importantes, es en muchos casos el hombre el que pasa más tiempo en el hogar.
Andrés Rascovsky: ¿Antes estaba muy relegada?
Teresa Yuan: Lo estaba, pero en este momento no.
Andrés Rascovsky: ¿Cómo es la familia tradicional? Hablemos un poco del pensamiento y de la tradición china.
Teresa Yuan: En la familia tradicional china, como vos señalabas antes, la figura del padre era predominante y la mujer dependía e iba detrás del padre. Incluso, esto se podía observar en lo gestual y en los movimientos: el hombre caminaba adelante y la mujer detrás.
Antes del advenimiento de la República Democrática, en 1917, el hombre tenía sus concubinas, o sea que la mujer estaba en un plano muy diferente. Con el advenimiento de la República, la caída del feudalismo chino, y más tarde el advenimiento del Comunismo en el año ´49, la mujer pasa a ocupar otro lugar.
Andrés Rascovsky: ¿Es decir que, antes de 1917, lo habitual en una familia era que estuviese constituída por la mujer y sus concubinas?
Teresa Yuan: En ciertos niveles sociales. Se constituía con la legítima esposa y las concubinas, las que también tenían una ubicación por jerarquía. La principal, la segunda, etcétera. Con respecto a los hijos, el lugar de privilegio lo ocupaba el primer hijo varón, quien por ende tenía un lugar jerárquico en la familia. Lo esperable siempre era que nacieran varones, no mujeres, ya que éstos aseguraban el soporte familiar y la prolongación de la estirpe.
En este momento, creo que algunas tradiciones aún prevalecen, ya que cuando un matrimonio espera un hijo, quiere que éste sea varón, aunque luego los alegra tener una niña. Estas pautas culturales tienen también resonancias en Occidente.
Andrés Rascovsky: Estas limitaciones existen también, sin duda, entre los judíos. ¿Existe la limitación para tener hijos?
Teresa Yuan: Si, aproximadamente en los años ´80 para preservar la subsistencia de la sociedad china de los efectos devastadores de un excesivo crecimiento demográfico, como ha sucedido en otros países de Asia, el gobierno realizó una planificación con la que se determinó que sólo se podría tener un hijo por matrimonio; es decir, al contraer un segundo matrimonio se puede tener otro hijo aunque hubiera hijos del matrimonio anterior, ya que actualmente el índice de divorcios está en aumento. El que infringe el decreto de tener un solo hijo es multado, y sería como pagar un impuesto muy alto, que incide mucho en su economía. Actualmente se van estabilizando los índices, no ha habido aumentos significativos en los últimos años, por lo que en ciertas regiones del país, especialmente en áreas rurales, una familia puede tener varios hijos. La sociedad china ha aceptado esta norma para su preservación y no les resulta tan conflictiva como se cree en Occidente, salvo en casos particulares. En base a las estadísticas, dentro de poco tiempo esta restricción será levantada. Desde el punto de vista psicoanalítico, obviamente el hijo único produce ciertos efectos en la estructura familiar, en la estructura vincular y en el funcionamiento psíquico de sus integrantes, por ejemplo el desplazamiento de la rivalidad fraterna y de la intensa competencia a los compañeros y amigos del ámbito social del niño, también la excesiva depositación de los ideales parentales en el niño, los que son sobreprotegidos y muy exigidos en sus rendimientos educativos: esto se ve reflejado tanto en lo patológico como en lo normal.
Andrés Rascovsky: Bueno, por qué no volvemos al pensamiento chino y al pensamiento en la medicina tradicional, así vamos viendo cómo se desarrolló la psiquiatría china.
Teresa Yuan: Va a ser interesante dar una rápida mirada, ya que son muchos los que se extrañan de que los chinos puedan entender o aceptar los fundamentos del psicoanálisis, en especial el concepto de "inconsciente". En mi opinión, el psicoanálisis se caracteriza por una profunda reflexión acerca del ser y sus enigmas, esto lo acerca a la modalidad reflexiva de los chinos, a pesar de la diferencia de los contextos filosóficos y culturales.
Comenzaría diciéndote que el pueblo chino, desde esa comprensión que señalaba antes, la de la limitación de la existencia, tiene una profunda visión del hombre y de la vida, muy distinta de la occidental. El psicoanálisis apunta al develamiento de la verdad del inconsciente en torno a la castración simbólica, desde donde advenimos sujetos deseantes, y en ello está implicada la aceptación de nuestra finitud: a pesar de que muchas teorizaciones han deformado estos contenidos centrales de la teoría freudiana, dejando por fuera la noción de deseo inconsciente contenido en la metapsicología freudiana.
Desde la perspectiva de los chinos, podría decir que el pensador o filósofo sueña con un ojo abierto, considera la vida con amor y dulce ironía, mezcla sus interrogantes con bondadosa tolerancia y, alternativamente, despierta del sueño de la vida y vuelve a adormecerse, porque se siente con más vida cuando está soñando que cuando está despierto. Con lo cual inviste su vida de vigilia de una cualidad del mundo de ensueños.
Podría decir que ve con un ojo cerrado y el otro abierto la inutilidad de lo mucho que ocurre a su alrededor y de sus propios actos, pero conserva suficiente sentido de la realidad para decidirse y seguir activamente hacia adelante. Con estas breves palabras prestadas de un escritor chino (Ling) podría condensar algo de lo que refleja el pueblo, tanto en su realismo, en su capacidad de soñar, como en la profundidad de la captación del ser y del mundo.
Andrés Rascovsky: El valor de lo imaginario o... del sueño.
Teresa Yuan: Sí, también podríamos decir del deseo inconsciente. Confucio dice: "No es la verdad la que engrandece al hombre sino el hombre el que engrandece la verdad".
Ellos desconfían del intelecto y de la lógica. Se niegan a pensar en una sola idea, fe o escuela filosófica; es por eso que, en algunos, se entrelazan los tres sistemas filosóficos tradicionales: el budismo, el confucianismo y el taoísmo. No son dogmáticos.
Andrés Rascovsky: Para ver la vida desde distintas perspectivas.
Teresa Yuan: Tal vez para ver la vida desde distintas perspectivas y para ser ellos mismos. Digamos que los chinos, a pesar del avance de la más alta tecnología, de la globalización –también les llegan Internet y los celulares-, están más cercanos a la vida de la naturaleza y a la espontaneidad de la infancia.
Andrés Rascovsky: ¿Cómo se manifiesta eso?
Teresa Yuan: Ellos dan libre juego a sus ocurrencias, te preguntan directamente sin muchas vueltas sobre las cosas que les llama la atención. Tienen una forma de preguntar, de reírse o de transmitir su humor que parece infantil. He leído comentarios de occidentales acerca de que los chinos y otros asiáticos tendrían una mentalidad infantil: no es así, es una característica de su modo de expresar las emociones, de su espontaneidad. Tienen como una cierta candidez infantil, cuando te podés conectar con ellos y realizar intercambios viviendo su cotidianeidad.
En algunas ciudades uno puede observarlos bailar antes de ir a sus trabajos. Les gusta mucho cantar y bailar, practicar Tai-Chi, jugar interesantes partidas de damas chinas en posición de cuclillas –para los ancianos esto es parte de su vida cotidiana, además de pasear con la jaulita de sus pajaritos-.
Los ancianos son muy venerados y respetados. Ellos viven con sus hijos, salvo los que no tienen familia; pero el vivir con los hijos y los nietos forma parte de la estructura de la familia china y permite un intercambio de gran riqueza entre los abuelos y los niños, ya que debido a las ocupaciones de los padres pasan mucho tiempo con ellos.
Andrés Rascovsky: Sostienen mucho su organización familiar de respeto y de valorización del hombre que ha vivido ya muchos años. "El sabio chino", tenemos siempre esa imagen como la de un hombre muy mayor.
Teresa Yuan: Es así. Cuando uno observa esas escenas en donde el anciano al final de su camino muestra un profundo respeto y amor por los niños y los jóvenes que comienzan la vida, te produce una gran ternura y emoción.
Los chinos tienen una gran sensibilidad poética y filosófica. Yo diría que es un pueblo filosófico, a pesar de que no se dan cuenta de que son filósofos... es su identidad, una identidad que persiste a pesar de que la juventud muestre algunos rasgos de cierta occidentalización idealizada; pero cuando uno profundiza en ellos asoman las características de esa singular identidad, lo he podido observar en las consultas cotidianas y en la reflexión que surge de la consulta psicológica.
Andrés Rascovsky: Es decir, una valoración importante del mundo interior, con una gran percepción de las limitaciones que la vida tiene; pero una inversión importante en el mundo de la creación poética, del desarrollo de ideas, que no están tan ligadas a la eficacia de la realidad sino a cierta metaforización de la vida, a cierta visión poética. Te pregunto: ¿la literatura, las artes, se expanden mucho en ese sentido?
Teresa Yuan: Sí, especialmente en los años siguientes a la finalización de la Revolución Cultural se puede observar el retorno del interés en la literatura, la poesía, a sus clásicos, a sus filósofos: la música les encanta. El arte está metido en ellos profundamente, en realidad disfrutan de esta virtud. Tienen una gran sensibilidad tanto para las artes como para los elementos de la naturaleza, podrás apreciarlo cuando hablemos de cómo surge la medicina china.
Andrés Rascovsky: Uno podría preguntar si las estrategias sublimatorias de los chinos son similares a las nuestras.
Teresa Yuan: Si hablamos de estrategias, inmediatamente se me ocurre pensar en los destinos de la pulsión y en los textos freudianos, es inevitable. Esta es la conceptualización que como psicoanalista me permite entender el complejo proceso del hombre en la cultura. Las condiciones dinámicas de la sublimación están presentes en todos los hombres, tanto en lo referente a la transformación y teleología pulsional... "esos seres míticos", como por la evocación de lo sublime en el ámbito de las bellas artes. Creo que el proceso es similar, pero se tiñe de las características simbólicas de esa sociedad. Podría pensar en el Otro simbólico; por ejemplo, la lengua china, hablada y escrita, no es factible de ser entendida por los códigos de Occidente, por eso se ha creado el pinyin, que es una transliteración de la lengua oficial –el putonghua, conocido también como mandarín-. El pinyin es una forma que crea una convención para la aproximación desde nuestros códigos occidentales. El carácter chino –hanzi- posee propiedades metafóricas combinatorias que se ligan directamente al arte, específicamente a la pintura y a la poesía remitiendo siempre al hombre y sus orígenes. Cada ideograma es una creación.
Andrés Rascovsky: Pero hay ideales ligeramente distintos, como hemos señalado.
Teresa Yuan: Sí, podría decirte que sus valores no están tan teñidos por la imagen como lo están en Occidente, por lo tanto la violencia tiene otra escala; además, son muy realistas. A los chinos, a pesar de una larga tradición de austeridad y trabajo, también les gusta mucho ganar dinero, les gusta vivir bien, aunque aún no todos pueden lograrlo por la situación actual del país.
China está en vías de crecimiento, cambio y desarrollo, la situación económica de los intelectuales y profesionales es mala; pero aún así todo lo que hacen –estudiar, trabajar, crear, incluso ganar dinero aquellos que pueden-, si no tiene un fin práctico para la vida misma, no tiene sentido.
Es decir, no hacen filosofía por filosofar, sino que todo está ligado a la vida, a la naturaleza, a su forma de sentir, al bienestar; tratan de equilibrar el malestar que existe en toda cultura. Son muy auténticos con lo que quieren. Lo palpo permanentemente con quienes comparto en mis visitas su diario vivir. Obviamente a ellos también les llega el avance del mundo actual y la televisión promueve el consumo, pero se quejan bastante, no les gusta. Otro punto con respecto a los ideales es el gran sentimiento por su nacionalidad, están muy orgullosos de ser chinos, y muchos de ellos sienten sus realizaciones personales profundamente ligadas a su pertenencia y a los avances de su sociedad. Este sentimiento de dignidad es una gran característica inserta en sus ideales, no es un simple nacionalismo. |