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La urgencia en tiempos de Coronavirus - Comunidad Russell - Contenidos - servicios y educacion a distancia - cursos psicoanalisis
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La urgencia en tiempos de Coronavirus
Dra. Inés Sotelo

Buenos Aires 21 de marzo de 2020.

Año 2020, será testigo de la irrupción de un real que en el mundo entero trastoca las categorías: Coronavirus, el nombre de una pandemia inesperada y solo anunciada en la ciencia ficción.

Desde nuestra perspectiva, ubicamos que una urgencia atraviesa la época entramándose con ella y mostrando descarnadamente lo más íntimo de cada uno así como lo más propio de una sociedad en la que el individualismo y la segregación son moneda corriente.

Las coordenadas actuales de la urgencia desde la perspectiva de algunos pensadores contemporáneos, permiten aproximarse al modo en que esta problemática se entrama en la época.

Este virus, real que amenaza la salud, la vida, sin duda afecta la subjetividad dando cuenta de una biopolítica que gobierna los cuerpos.

La noticia, que hasta hace unos días nos era ajena, ya que la padecieron primero los chinos, luego europeos y norteamericanos, se encarna en nosotros con una vertiginosidad alarmante. Las noticias se multiplican, cobran el centro de la escena desplazando en los noticieros al dengue, a los femicidios o rugbiers. Así se meten en nuestras casas múltiples predicadores: desde prudentes sanitaristas a profetas apocalípticos. Lo cierto es que la vulnerabilidad frente a este virus será uno de los nombres de la castración.

Esta pandemia tiene la particularidad de atravesarnos a todos, ya no solo a los niños sin vacunas, a los pequeños desnutridos, a los wichis segregados o a aquellos sin agua potable sino a todos, no habiendo mucho más para hacer que aislarnos, seguir las indicaciones sanitarias, y confrontarnos con lo que adviene.

La vivencia de riesgo inminente pone a los sujetos en urgencia y las consultas se multiplican presentando como síntomas: angustia, miedo, temores diversos, enojo, sospecha, hipocondría, delirio… los mecanismos también son diversos, desde la inhibición absoluta a la omnipotencia maniaca.

Tenemos en Freud, insoslayables referencias epistémicas: “Tótem y Tabú” (Freud, 1980g), “El Malestar en la cultura” (Freud, 1979e), “Más allá del principio del placer” (Freud, 1979k), que nos acercan a lo social funcionando como Otro, como alteridad constituida por el universo simbólico, en el cual se enlazan los síntomas. El sujeto toma del Otro sus identificaciones, sus ideales, sus significantes, así como estilos de gozar que lo agrupan o marginan. La relación del psicoanálisis con lo social se sostiene en la ética con la que fundamenta su política.

El siglo XX estuvo atravesado por dos guerras mundiales con fuerte avance tecnológico armamentista; ha sido el siglo con mayor cantidad de muertos por acciones bélicas, con las evidentes consecuencias sobre la vida de las personas atravesadas por la vivencia subjetiva de inseguridad y miedo.

En su estudio sobre las grandes ciudades, Paul Virilio (2007) las denomina “Ciudad pánico”, explicando que la ciudad occidental dejó de ser un lugar de lo político, de la civitas, y a partir de la desregulación y la desrealización que ha penetrado en la misma, se ha operado una inversión: la ciudad, que alguna vez fue el corazón de la civilización, se ha vuelto el corazón de la desestructuración de la humanidad.

La inseguridad será una patología propia de las megalópolis, donde se mezcla catástrofe técnica, accidente individual o colectivo, violencia urbana, terrorismo, etc. El “peligro" conduce a los sujetos a la inseguridad indeterminable e incalculable, y hoy tiene el nombre de un invisible y peligroso virus del que nadie está aún, inmunizado.

El siglo XX fue el escenario también, del paso de la civilización agrícola a la civilización industrial. En ella los artificios se multiplicaron y el nuevo real de la ciencia devoró a la naturaleza. Con el tiempo y con alguna perspectiva aportada por la información podremos ponderar la relación entre este virus y las manipulaciones, el calentamiento global, los desarrollos de los laboratorios… por ahora es apresurada la interpretación cabal de los acontecimientos. Si para el paletre, lo real sin ley sale a su encuentro, el COVID-19 en cambio es un real que responde a la ley de la biología o tal vez como sentenciara Isidoro de Munciar en el S XI d.C: “Todo lo que le quitas a la naturaleza, ella te lo reclama después con creces”.

Miquel Bassols, afirma que Coronavirus es el amo de sentido de nuestra actualidad, el S1 por excelencia, haciendo florecer fantasmas individuales y colectivos. Y ante la naturaleza desarreglada el sujeto se angustia.

El gran encierro, afirma Virilio (2007), el regreso a las ciudades cerradas, conduce a los ciudadanos a la búsqueda de seguridad interior, para lo cual se protegen con cercos, cámaras, controles, concluyendo que de la “cosmópolis”, la ciudad abierta de ayer, se pasa a la “claustrópolis”, incrementándose así la desconfianza y segregación de todo lo extraño, extranjero, inmigrante. Esta condición que se impone al individuo solo, desarraigado, con su única referencia en el discurso de la ciencia como dador de sentido, tiene su correlato con un “malvivir” frenético y ansiógeno, del que habla Milner (2007), caracterizado por el vacío y el miedo.

Sin embargo, hoy son ineficaces cercos, cámaras y controles y paradójicamente ha cambiado el objeto a ser segregado tornándose potencialmente peligroso el turista europeo, en tanto el aeropuerto de Barajas será más atemorizante que la estación de trenes de Constitución así como el exclusivo colegio bilingüe con familias viajadas provoca mayor desconfianza que el club de barrio del conurbano bonaerense. Al menos así fueron los primeros días, previos a la cuarentena.

En la ciudad del hoy de la que Pierre Mac Orlan, en 1924 afirmaba “...no será más que el agrandamiento solemne de una cámara de tortura” (Virilio, 2007). Nos preguntamos acerca del lugar del sanitarismo en la época de la guerra del todos contra todos, época de individualismo competitivo mercantil como tipo de intercambio social dominante en el mundo.

Algunos autores afirman que los así llamados desastres y/o catástrofes son los modos en que la naturaleza, el propio cuerpo y la relación con el semejante se manifiestan en sus formas extremas desbordando las capacidades materiales y simbólicas para enfrentarlos. Diferenciamos el fenómeno objetivo, del subjetivo aunque el desastre, definido en términos sociales, físicos y sanitarios, se torna a su vez catástrofe subjetiva.

Cuarentena en Europa, cuarentena en Latinoamérica

Una dimensión que no puede descuidarse es la repercusión acuciante sobre la economía de esta recesión forzada. Caída de mercados, sistemas productivos que se detienen, negocios que cierran, la cuarentena fuerza a detener la economía.

¿Cómo no remitirnos al Lacan del 68, de los cuatro discursos? En ese Seminario y en “Hablo a las paredes”, nos habla de la modernidad y sus modos de vivir la pulsión, del discurso capitalista, de la proliferación de objetos de consumo, discurso que invita a pensar en los modos de goce de la vida contemporánea.

Consignas como “Imposible es nada”, “Enjoy” comandan el consumo y de un día para el otro: cuarentena, encierro, confinamiento que nos obliga a detener la marcha, reducir nuestro espacio, reducir el consumo, abriendo un enigma acerca de cuáles serán en este sentido las consecuencias para cada quien.

Sin embargo, no será el mismo panorama en los países del primer mundo, con reservas, con sistemas de rescate del Estado para los más necesitados, que nuestra realidad marcada por el subdesarrollo producto del neoliberalismo.

Pensemos entonces en las consecuencias para la subsistencia básica de todos aquellos que viven de lo producido en el día, trabajos precarizados, desprotección, angustia e impotencia que llevan a la desesperación. Comenzamos a escuchar en las consultas de salud mental los efectos del aislamiento.

Salud pública, sistemas sanitarios

Esta pandemia ha mostrado también la otra cara del capitalismo salvaje, que promueve salud para unos pocos con muy baja inversión en la salud pública, y tiene como consecuencia la fragilidad de los sistemas de cuidado, prevención y protección que son responsabilidad del Estado, así como la insuficiencia de los recursos sanitarios para actuar en un tiempo de urgencia signado por la abrupta ruptura del sentido.

Los sujetos quedan expuestos a cualquier forma de intrusión de lo real, consolidándose el ascenso de lo traumático a una nueva categoría clínica, signada por la desprotección del sujeto ante esta existencia. Sera una nueva forma de manifestación de lo real, que exige una renovación de los paradigmas clásicos de la práctica clínica. Trauma y urgencia, se van constituyendo así en nuevos significantes amo.

El COVID 19, virus que aún no tiene vacuna, cuya peligrosidad reside especialmente en el contagio, confronta al mundo con la deficiencia de los sistemas sanitarios en salud pública. Evitar el contagio tiene como objetivo que no colapsen los servicios asistenciales, lo cual muestra las inversiones del estado. ¿Dónde se ha privilegiado poner el dinero?

El nuevo orden social, asegura Anthony Giddens (1994), dominado por la tecnocultura o la tecnoestructura produce dos efectos: uno que es el de vivir en un mundo de “incertidumbre fabricada”, que penetra todos los ámbitos de la vida; y el otro es el de la caída de los guiones grupales (las clases sociales, la familia pequeña, el papel de las mujeres, el de los hombres, ahora también el lugar que ocupan los ciudadanos hasta ahora idealizados y valorados) que orientaban y situaban al sujeto en identificaciones sociales estables. En consecuencia, ahora el individuo tiene que hacerse cargo cada vez más de su propia definición, de re-afirmarse en modos de satisfacción “autónomos”.

Eric Laurent (2012a) afirma que la nueva época se abrió con la caída del Muro de Berlín en 1989 y si bien permitió una burbuja de entusiasmo entendida como el fin de las luchas ideológicas en un mundo globalizado, pasados más de 20 años estamos frente a una historia cuyo curso nadie parece poder liderar, constatándose un vacío central en el cual se instalan la competición y la negociación. Probablemente asistamos el 2020 a un cambio de paradigma.

Clínica del sujeto, clínica de la civilización

Desde una perspectiva clínica J-A Miller y J.C. Milner (2004) afirman que “no hay clínica del sujeto sin clínica de la civilización” y el psicoanálisis y los psicoanalistas deben enfrentar en los tiempos actuales, nuevos desafíos.

Desde 1996 estoy a cargo de la materia Clínica de la Urgencia, intentando abrir espacios de investigación, escritura, clínica, transmisión que a través de mi doctorado se plasmó en una propuesta: DATUS, Dispositivo analítico para el tratamiento de las urgencias subjetivas. El 30 de diciembre de 2004 se incendia en la Ciudad de Buenos Aires la disco Cromagnon, provocando la muerte de 194 jóvenes. Tragedia que atravesó a nuestra sociedad y nos convocó, desde la catedra, a diseñar e implementar un dispositivo conjunto entre la Facultad de Psicología y la Facultad de Derecho para asistir a los afectados jurídica y emocionalmente, arrasados por esa urgencia generalizable pero que a uno por uno lo afectaba en su subjetividad. Se trató entonces de ofrecer un espacio para que esa urgencia se pusiera a decir a través de esa invención sin estándares pero con todo el rigor ético.

Debemos en principio diferenciar la urgencia generalizable de la urgencia subjetiva. Hoy todos estamos en urgencia generalizada y el fuego, lejos de extinguirse se expande, lo que se traduce en ansiedad, miedo, riesgo inminente, perdida de la homeostasis con que la vida transcurría pero a diferencia de otras catástrofes, que siempre están en otro lado como los refugiados que mueren en el Mediterráneo, los muertos en Irak, los incendios en Australia, el Tsunami o terremoto en otros continentes, el peligro recorre el mundo entero y lo que es aterrador, no hay cámaras , ni espionaje, ni teléfonos o computadoras intervenidas que logren localizarlo.

Parto de la premisa, que sostengo desde hace años y que hoy se verifica, y es que “toda consulta tiene un punto de urgencia“ siendo la ética del psicoanálisis que orienta el acto analítico la que permitirá darle un tratamiento para arribar a un momento de concluir.

Esta irrupción de lo real, de lo que no tiene sentido produce efectos diferentes en cada sujeto, anudándose con lo traumático, con lo más íntimo de cada uno.

Muchos llegan a las guardias, creyendo padecer del virus, otros irrumpen en los consultorios de salud mental desbordados de angustia por el riesgo inminente, o confrontados con el efecto del encierro, la proximidad al otro, la convivencia forzada, el aburrimiento.

Una constante en estas consultas es la relación con el tiempo, la prisa para que esto concluya lo antes posible, para que un diagnostico resuelva la incertidumbre.

Entendiendo por urgencia a una ruptura aguda de la cadena significante, encuentro con lo real, dicha ruptura produce como efecto un colapso temporal entre el instante de ver y el momento de concluir: es lo que en muchas ocasiones se presenta bajo el modo característico del pasaje al acto o el acting out, uno de los riesgos de esta urgencia generalizada. Hemos recibido en las guardias, sujetos intoxicados con lavandina o alcohol, en un pasaje al acto delirante para matar el virus.

La vivencia subjetiva en ese momento es la de “no hay tiempo”. Frente a ello, la intervención analítica podría introducir, según las particularidades que presente cada caso, un paréntesis, un tiempo lógico en el que se despliegue un relato, que produciendo un efecto de subjetivación detenga el pasaje al acto.

Frente a la prisa por concluir, el analista propone una pausa, no cronológica sino lógica. Abrir un tiempo, que a veces puede ser de apenas unos minutos para que algo allí se articule, se anude. Que en ese miedo que llega del extranjero, se localice lo propio, lo íntimo, más allá del coronavirus.

Presencia del analista, que propicia un momento de concluir y supone un corte o diferencia respecto de cierta posición subjetiva, soporte de los síntomas y que Lacan nombra como fantasma, sostén de la repetición en la neurosis, es decir, de aquello que no cesa de escribirse y que se instaura como un eterno presente, un verdadero fuera de tiempo.

En la Argentina, tenemos el privilegio de contar con una salud publica fuertemente atravesada por el psicoanálisis gracias a la presencia de los psicoanalistas transmitiendo en nuestra Universidad.

Esta marca conduce a los profesionales a pensar la clínica, las intervenciones, los dispositivos teniendo en el horizonte el caso por caso, a pesar de los tiempos institucionales, la prisa y hasta las pandemias.

Sabemos que las recetas sobre la conducta o comportamiento generalmente fracasan a corto o largo plazo: “no hablen de pánico con los pacientes” “den mensajes esperanzadores”, etc., etc., no evitan que lo real irrumpa, que los sujetos se angustien y que lo autoricemos o no, la muerte sea lo único que el sujeto tiene en su cabeza.

Hoy los médicos, enfermeras, psicoanalistas que trabajan en salud mental, acompañantes terapéuticos, son fuertemente valorados por la sociedad. En ellos se aloja la esperanza, la búsqueda de respuestas, el alivio.

Sin embargo, cada uno de ellos a la vez, está atravesado también por la urgencia; el propio temor, cansancio, riesgo, y un sistema de salud precarizado son el pan nuestro de cada jornada.

Este 2020 marcará un antes y un después, nada será igual. ¿Podremos capitalizar un saldo de saber cómo sociedad, valorando y jerarquizando los sistemas públicos de salud y educación por sobre los del consumo? ¿Seremos capaces de entender que nuestro bienestar individual no es sin los otros? ¿Que para atravesar la puerta que conduce a libertad, como los prisioneros de Lacan, es necesario la consideración y el movimiento de los otros?

Serán días muy difíciles que revelen en un espacio, tiempo, contacto, consumo, reducidos, el modo y con quien decidimos vivir.

La experiencia analítica posibilita, uno por uno, saber de aquello que nos es más propio, más oscuro, más inconfesable, el goce, y dándole un tratamiento posible hacer la vida más vivible.

Hoy trabajamos en las trincheras y pasada la pandemia, allí seguiremos los psicoanalistas, leyendo el texto que queda entre las ruinas, alojando una y otra vez lo que no anda de cada quien, posibilitando abrir el espacio deseante hasta el final.

Bibliografía

  • Bassols M., “Coronavirus. la ley de la naturaleza y lo real sin ley”, https://zadigespana.wordpress.com/2020/03/20/coronavirus-la-ley-de-la-naturaleza-y-lo-real-sin-ley/
  • Freud, S. “El malestar en la cultura” (1930 ed., Vol XXI). Buenos Aires, Amorrortu editores .1979d.
  • Freud, S. “Totem y Tabu” (1913 ed., Vol XIII. Buenos Aires, Amorrortu editores. 1979d.
  • Freud, S “Más allá del principio del placer“ (1920 ed., Vol XVIII. Buenos Aires, Amorrortu editores 1979d.
  • Giddens, A. “Más allá de la izquierda y la derecha”. Madrid: Catedra. 1994.
  • Miller, J. A. La experiencia de lo real en la cura psicoanalítica (1998-1999 ed). Buenos Aires, Paidos. 2003.
  • Sotelo I. Datus. Dispositivo analítico para el tratamiento de las urgencias subjetivas. Grama Ediciones. Buenos Aires. 2015.
  • Virilio, P. “Ciudad Pánico: el afuera comienza aquí”: Libros del Zorzal 2007.

 


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